Unas 800 personas volvieron a abrazar sus recuerdos este sábado en un Pabellón Ferial lleno hasta la última butaca, donde Los Secretos regalaron una noche de emociones compartidas y canciones eternas ante un público entregado que vibró al son de canciones míticas como ‘Déjame’, ‘Pero a tu lado’, ‘Ojos de gata’ o ‘Por el bulevar de los sueños rotos’. Su magia convirtió el concierto en algo que fue mucho más allá de una actuación musical.
Daimiel Noticias. – Desde minutos antes del inicio, ya se respiraba una expectación especial. El Pabellón Ferial de Daimiel presentaba este sábado un lleno absoluto, con cerca de 800 personas dispuestas a reencontrarse con canciones que forman parte de la vida de muchos. Cuando a las diez de la noche se apagaron las luces y comenzaron a sonar los primeros acordes, la banda dejó claro que no iba a ser una noche cualquiera.
Los Secretos salieron al escenario con la serenidad de quien sabe que su música no necesita artificios. El sonido, cuidado y limpio, permitió que cada letra llegara nítida al público, que disfrutó al máximo de todos los temas. Álvaro Urquijo ejerció de líder y logró meterse a los presentes en el bolsillo, logrando que a lo largo del concierto la conexión fuera creciendo de manera natural.
No hizo falta pedirlo: en cuanto sonaron los primeros compases de El boulevard de los sueños rotos, muchos se levantaron de sus asientos. Lo mismo ocurrió con otros temas míticos, himnos para muchos, como Pero a tu lado, temas que despertaron la emoción colectiva y recuerdos que afloraban con cada estrofa.
El grupo, especialmente implicado con el público daimieleño, agradeció el cariño recibido. Lo devolvió con interpretaciones sentidas, sin prisas, y el pabellón se transformó por momentos en un lugar íntimo, pese a la magnitud del recinto.
Tras una primera despedida, Los Secretos regresaron al escenario para ofrecer un bis que prolongó la magia pasadas las once y media de la noche. El final llegó con Déjame, coreada de principio a fin por todo el pabellón en pie, en uno de esos instantes que quedan grabados en la memoria colectiva.
El concierto concluyó alrededor de las 23:45 horas. Daimiel vivió una noche de música y recuerdos, una de esas citas en las que las canciones sirven de puente entre generaciones y confirman que, cuando la música es auténtica, el tiempo parece detenerse.



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